3 verdades de Ozemp*c
El correo de ayer lo dejé al borde un precipicio.
Una pregunta digna de terminar el episodio de una serie de abogados:
Y si esta mujer es millonaria, tiene la vida solucionada, es exitosa y construyó su imperio cuando tenía sobrepeso, ¿CÓMO puede ser que a pesar de contar con todas las facilidades imaginables para lograrlo, siga necesitando ayuda farmacológica?
Buena pregunta.
En el fondo, instintivamente, pensamos: “ostras, por mucho que se tenga la vida resuelta y puedas dedicar tiempo y recursos a cuidarte (cuántos nutricionistas no tendrá está mujer a su disposición!), no puedes vivir pasando hambre para siempre.
Me puedo quitar peso como Oprah, pero si esta mujer ha vivido esa lucha tanto tiempo, si ha estado derrotada tanto tiempo, es porque no se puede vivir en privación para siempre y no se puede vivir temiendo a la comida, a los gustos personales o a algo tan inevitable como el apetito.
Mira, quien ha pasado consulta ha escuchado seguramente esta frase:
“Perder un kilo cuesta muchísimo, pero ganarlo es muy fácil”.
Esto genera mucha frustración y mucho estrés.
¿Por qué?
Por es una desproporción y encima se nos antoja injusta.
Y uno se dice: ‘Todo lo que he puesto para perder un kilo…, he tardado un mes… y lo he ganado en dos días’.
Esa sensación de frustración va pesando mucho y necesitas métodos que sean efectivos y que ayuden. Eso es una creencia honesta, una creencia que he visto en consulta real y que por eso sé que podemos tener, pero es una creencia falsa.
Es falsa.
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¿Por qué es una creencia falsa?
Porque creemos que cuando bajamos peso, nos quitamos los kilos pero no nos quitamos el hambre.
Creemos que el camino para llegar hasta ahí es un camino de privación. Y que para mantenernos hay que mantener también esa privación.
Fíjate que mentalidad tan tan negativa, tan sufriente…
Fíjate todo el daño que han hecho las dietas milagro y las dietas restrictivas para que lleguemos a tener esta creencia. Tú estás leyendo esto y puede que pienses que es una exageración, pero te aseguro que esta creencia limitante es real y que es la verdadera causa por la que estos medicamentos contra la obesidad están causando furor.
Creemos que necesitamos un medicamento que nos libere de eso para siempre porque por nuestra cuenta no podemos gestionarlo.
“Perder un kilo cuesta muchísimo, pero ganarlo es muy fácil”.
Eso no es cierto. Se puede perder un kilo muy fácil y se puede recuperar muy fácil.
Y ninguna de esas dos cosas significa que perderlo o ganarlo sea lo importante.
Somos muy “pesocéntricos”.
Pero no me quiero desviar. Hablábamos de desproporciones injustas, ¿no?
Pues a ver qué te parece esto:
Un menú de hamburguesa y patatas fritas cuesta menos de diez euros, Ozempic cientos de euros.
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¿Por qué existe esa creencia falsa?
Pues existe por algo.
Claro.
Y lo entiendo.
El País recoge una historia que ilustra esto mismo: Joana García, de 55 años, dice…
— Siempre que he ido al médico me ha dado la fotocopia de las 1.200 calorías, lo prohibido, lo que solo puedes comer una vez…, lo típico. La sigues un tiempo, adelgazas y lo acabas recuperando.
Ella llegó a pesar 138 kilos, hasta que se sometió a una cirugía con la que perdió 50.
No tengo ni idea de qué tipo de dietas o menús o qué tipo de alimentación habrá intentado Oprah y si tienen algo que ver con las 1.200 de Joana.
Lo que me queda claro es que ella ha sentido siempre un gran sacrificio a la hora de perder peso. Pero luego lo logra, pierde peso y ve con impotencia cómo vuelve a recuperarlo.
Aquí hay algo que está fallando.
Sabemos que, aunque tenemos genes que nos predisponen a tener más hambre o que favorezcan mecanismos que nos mantienen obesos, pero también sabemos que los hábitos la mayor parte de las veces tienen más poder que esos genes.
Y la ciencia y la experiencia nos dicen que una buena intervención nutricional nos permite bajar de peso mejorando nuestro mecanismos reguladores del hambre y la saciedad. Si esto se hace bien, ese temor a que el hambre que está agazapado nos haga una emboscada no está justificado.
Eso no va a ocurrirnos más.
Conviene decirlo claro: se puede bajar de peso y se puede mantener llevando una alimentación saciante.
Es falso de toda falsedad creer que la pérdida de peso siempre va a aparejada de hambre. Me refiero a un hambre tan presente que haga que todo el proceso se viva con sufrimiento. Un hambre que nos haga abandonar.
Y es falso que nuestro cerebro o nuestros genes estén al acecho para que cuando dejemos de estar a dieta el apetito nos tienda una emboscada y volvamos al inicio.
Esto es falso y me hubiera encantado que esta mujer lo hubiera dicho en el programa.
Sin embargo, de esta manera Oprah está sugiriendo poco menos que quien tiene sobrepeso u obesidad es adicto a la comida.
Por favor…
De ahí que muchas personas estén sacando la idea de que después de usar Ozempic, te vas a pegar toda la vida atado a la medicación.
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¿Puedes poner un ejemplo del monólogo interior de una persona con esta falsa creencia?
Sí, veamos cómo se hablaría a sí misma una persona con obesidad mal aconsejada…
— Por fin he conseguido, con todo el esfuerzo del mundo y tras mucho sufrimiento, bajar 50 o 60 kilos en dos años y ahora me toca superar una depresión peor que cualquiera que haya experimentado como obeso al entender que para mantenerme así voy a tener que vivir así. Que el precio que tendré que pagar por estar en este peso es el hambre, la ansiedad, la culpa y la infelicidad de no poder disfrutar de la comida nunca más.
Entonces… a una persona así, dime, ¿cómo no va a recibir con los brazos abiertos una medicación que le promete acallar el hambre?
Es que ya no hablamos del peso. Hablamos de la cabeza. Hablamos de que el sobrepeso y la obesidad nos afectan a nuestras emociones y a nuestro estado de ánimo.
Pero, ¿cómo no vamos a pagar lo que sea por un fármaco que nos devuelva la paz?
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Pues esto es lo que estoy intentando que veas.
Esto es lo que me gustaría prevenir.
¿Estoy diciendo que Ozempic no hay que usarlo?
No, no estoy diciendo eso.
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¿Entonces qué estás diciendo?
Estoy diciendo que detrás de Ozempic hay verdad. Lo resumiría en 3 verdades:
1- Estoy diciendo que todos estos medicamentos son una nueva herramienta fabulosa que nos va a ayudar a sacar muchas personas estancadas en un peso problemático.
2- Estoy diciendo que podemos crear mejores planes nutricionales que aprovechen la palanca limitada en el tiempo que consigan estos tratamientos.
3- Estoy diciendo que seguimos sin saber cosas de estos medicamentos.
Un familiar mío preguntó hace unos meses por este tratamiento a un jefe de servicio de un hospital importante y el médico le alertó sobre la seguridad de estos medicamentos y no se refería a lo típico de náuseas, mala gana o vómitos, que eso es lo normal, sino a cosas peores.
Entiendo esa cautela, aunque no existan estudios que nos confirmen lo peor.
Pasa siempre con los nuevos tratamientos: vamos descubriendo beneficios y vamos descubriendo riesgos y, con el tiempo, vamos construyendo una imagen más o menos nítida que nos permita un balance beneficio-riesgo.
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Entonces, sin tener una bola de cristal, es fácil ver venir varias cosas.
Vamos a seguir viendo celebrities usando Ozempic.
Vamos a ver testimonios de gente que se les ilumina la cara y les brillan los ojos de la emoción porque, por fin, han resuelto las oscilaciones del peso y sienten que han pasado un umbral que nunca habían logrado antes.
Vamos a ver a gente emocionarse con estos medicamentos y contarlo en redes.
Vamos a ver medicamentos como Mounjaro (tirzepatida), que ya se ha aprobado en Europa, y que consigue mayores pérdidas de peso que Ozempic.
Vamos a ver medicamentos más eficaces que Ozempic o Mounjaro, vamos a ver medicamentos que en lugar de inyectarse, se pueden tomar oralmente.
Vamos a ver nuevos efectos secundarios. A veces más leves, a veces más graves.
Vamos a ver polémica.
Vamos a ver desinformación.
Vamos a ver a medios de comunicación transmitir un mensaje que promueva el interés y uso de estos medicamentos (dejo a cada uno que valore si hay conflictos de interés detrás de esos mensajes).
Vamos a ver compañías farmacéuticas que se enriquecerán como lo hacían quienes construían los primeros ferrocarriles de un país.
Veremos decir a esas compañías que solo pueden vender por ahora a Estados Unidos, Reino Unido, Dinamarca y Alemania diciendo que no tienen mayor capacidad de producción, cuando lo que de verdad pasa es que en esos países la medicación se vende a un precio entre 3 y 10 veces más elevado (en EEUU el tratamiento mensual ronda los 1.000 dolares (unos 950 euros) y en Países Bajos unos 410 euros).
Dicho de otra manera, si en España una caja de Ozempic pasara de valer 130 € a 950 €, dejaríamos de ver el desabastecimiento actual, independientemente de que Novo Nordisk esté construyendo más plantas de producción, no sé si me explico).
Vamos a ver todo eso.
Y aquí estaré para ofrecer las soluciones que pueda.
PD - ¿Hay algo en todo esto que te preocupe?